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“El cine mexicano exhibe las contradicciones de nuestra sociedad”: Jorge Ayala Blanco

1cnxadmin
By 1cnxadmin
octubre 06, 2016
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Jorge Ayala Blanco cumple 53 años como crítico de cine, y sigue tan campante. Su ambicioso proyecto de analizar el cine mexicano a partir de un libro dedicado a cada letra del alfabeto, llega a la “K”, con La khátarsis del cine mexicano (UNAM). Advierte, además que ya tiene listos los correspondientes a la “L” y “M”, sin abundar sobre ellos, el escritor reconoce que esto sólo es posible gracias a que la producción fílmica ha dejado de ser un problema. Ahora el reto, apunta, es la continuidad y la exhibición.

En su nueva entrega Ayala Blanco analiza 110 películas del periodo 2010-2012; lo hace con los rasgos de la casa: ironía, buen uso del idioma y juicios implacables.

El ritmo de publicación de sus libros dedicados al cine mexicano se ha acelerado. ¿Esto nos habla de una industria nacional más prolífica?

Exacto. Ya se resolvió el problema de la producción. Hoy prácticamente cualquiera puede hacer una película, el problema es recuperar la inversión y que tenga una buena salida comercial.

¿A mayor cantidad, mayor calidad?

Hay más posibilidad de que haya calidad. El cine mexicano trabaja con gran libertad, el problema es la continuidad. La mayor parte del libro se integra por óperas primas y óperas segundas. El reto es hacer la segunda y por supuesto hacer carrera. Alguien me decía: “Es que ya no hay posibilidad de hacer carrera en el cine nacional”. Por supuesto hay quien lo hace, pero es la excepción.

Después de tantos años de crítico, ¿cómo renueva su oficio?

La mirada del crítico se renueva al cambiar mi punto de vista. Tengo pánico de repetirme. Me parece espeluznante escribir siempre el mismo libro, en especial cuando es una serie sobre el cine mexicano. Antes escribía los ensayos primero y después buscaba el nombre que los englobaba. Ahora cambié porque me di cuenta de que hacía los ensayos en automático. Selecciono el concepto, en este caso Kátharsis –en su raíz griega- que me parece fuerte y fértil, y con ese enfoque me pongo a escribir. Con “K”, podría haber hechoLa Kermés del cine mexicano, pero las películas no son suficientemente festivas, en cambio, sí me parece que los cineastas desahogan, liberan energía y crean finalmente una purificación; ellos mismos están provocando su catarsis.

¿A nivel social también podríamos hablar de una catarsis que se refleja en el cine?

Sí. Una película como Miss Bala, por supuesto que lo es, y no sólo sociológica, sino política e ideológicamente. Recordemos que se realizó en los peores momentos del sexenio de Calderón. El término funcionó mejor de lo que imaginaba. Analizo 110 películas, mismas que representan la misma cantidad opciones de provocar un estallido catártico. Post Tenebras Lux, de Carlos Reygadas o Los últimos cristeros, de Matías Meyer, son profundamente catárticas. No es que imponga yo el concepto, se propone por sí mismo.

¿Ésta idea catarsis se podría extender hasta ahora? El año pasado se proyectaron 4 o 5 documentales sobre el tema de Ayotzinapa.

Sí, pero esas películas no querían ser catárticas, más bien recibían con gran serenidad lo que había pasado. Entre Un día en Ayotzinapa, la película de Bernal, y Mirar morir, de Témoris y Coizta Grecko, hay diferencias. La primera es serena, natural, mientras que la segunda es una investigación que busca encontrar algo nuevo para incidir en la realidad. Para mí ninguna de las dos serían catárticas.

¿Las distintas aproximaciones al tema de Ayotzinapa o el mismo filme, 7:19, de Jorge Michel Grau, nos hablan de un interés por parte de los realizadores por reaccionar de manera más inmediata ante la realidad concreta?

Más que inmediata es una reacción menos visceral; se parte de posiciones más cerebrales o maduras. Los cineastas se preocupan más por buscar otros enfoques.

¿Sus criterios de apreciación son los mismos o han cambiado con el tiempo?

No trato de influir sobre la taquilla. Prefiero desbordar ese juicio. No escribo sobre Te presento a Laura, para decir es una buena, mala o pésima película; es una novela rosa, sí, pero ¿con qué características?, ¿para decir qué?, ¿cómo es la protagonista?, ¿cómo se desarrolla?, ¿qué mirada tiene sobre la mujer? Mis libros no son complacientes. A veces hay películas fallidas pero que tocan los mejores temas, es el caso de Efecto Tequila de León Serment; es muy fuerte lo que dice de la sociedad mexicana sin ser una gran obra.

¿El tiempo lo ha hecho más blando o sigue siendo igual de duro?

Yo creo que ni blando ni duro, ya no me interesa. Alguien me decía: “Es que antes te dedicabas a desmadrar películas”. Sí, porque estaba sobre la actualidad, cuando hice mi catarsis, me liberé de la actualidad. Eso sí, el lenguaje sigue siendo irónico y uso toda una serie de elementos que a alguien le parecerán muy duros y a otros les parecerá que en lugar de ser Ayala Blanco, soy Ayala Blando; en mi caso prefiero decir que soy Ayala Hablando, o sea, razonando, escribiendo y pensando sobre la marcha.

¿Por parte del público se sigue viendo al cine mexicano como género?

Para los espectadores sí. Hay una especie de desfase entre el producto cinematográfico, que está viviendo para mi gusto un excelente momento, y la reacción del público que sigue exigiendo el producto al estilo norteamericano. Actualmente los modelos que buscan no son tanto las películas de Hollywood, porque Hollywood ya no existe, sino el de las series y los géneros. La mentalidad del nuevo espectador atraviesa por las series ni siquiera por la televisión. El público espera variaciones infinitas de los mismos presupuestos.

¿Le entusiasman tanto las series como el cine?

No, veo algunas, algún capítulo para ver qué es. Las veo como una necesidad para comunicarse con los chavos que entran a las escuelas de cine. Ahora ingresa gente preparada y con una actitud mucho más universitaria. Son chicos que vienen con mil horas de vistas de películas. Ni modo, es la época, la televisión ya no existe, existen las plataformas.

¿Cuál es la película mexicana que más veces ha visto?

Mi película favorita es Aventurera, de Alberto Gout, Los hermanos del hierro, Los tres García, Vuelven los García, La oveja negra, todas esas películas maravillosas las he visto mil veces. Menos mal que doy clases de cine universal y no mexicano porque si no sería el típico profesor que se enfoca en las anécdotas.

¿Los directores jóvenes  aguantan mejor sus críticas que los mayores?

Sí, a los mayorcitos todavía les sale espuma por la boca. Afortunadamente seguimos en activo, pero la mayoría ya están retirados o hacen pocas y malas películas; son como caricaturas de sí mismos.

¿Por ejemplo?

Ripstein, Hermosillo, Cazals, toda esa gente que está haciendo todavía películas que son autocaricaturas; retirados como Paul Leduc y toda esta gente que ya prácticamente habla desde la tumba. Los jóvenes son más autocríticos; claro, ya conocieron un mundo mucho más rico, menos dominante. A mí todavía me tocó luchar contra las mafias culturales y sus voceros cinematográficos.

 ¿Qué dice el cine nacional de la sociedad mexicana?, ¿qué está reflejando?

Que está llena de contradicciones, donde le rasques encuentras contradicciones personales y conflictos no resueltos. Y eso se refleja en el cine; no exactamente el reflejo directo de la realidad, sino en la imaginación del cineasta. No creo en esa vieja idea de que la realidad social se refleja en el cine. No, se refleja en la imaginación del cineasta, quien plantea su versión de las cosas. Yo no pago por ver la realidad mexicana, yo pago por ver cómo la interpretó ese cineasta. El cine se alimenta tanto de la realidad como del sueño.

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