Neil Clark: “Imaginen que las tropas rusas se concentraran en las fronteras de EE.UU.”
El periodista británico Neil Clark escribe que, para poner de relieve “la enorme hipocresía y el doble rasero típicos” de la política occidental, simplemente “hay que cambiar” algunos nombres en determinadas situaciones.
Este columnista estima que las medidas tomadas por los países y personas que cuentan con el beneplácito de Occidente se convertirán en “absolutamente escandalosas” si se las aplicaran a sí mismos y pone varios ejemplos para confirmar su tesis.
Clark solicita al lector que imagine que “un gran aliado de Rusia”, cuyo Ejército hubiera entrenado los rusos, “bombardeara el país más pobre de Oriente Medio con bombas de racimo suministradas por Moscú” y que “la hambruna amenazara la vida de millones de personas” de ese territorio.
Posteriormente, el autor del texto desvela que es Arabia Saudita, “un gran socio de Reino Unido”, el que devasta Yemen con “bombas de racimo de fabricación británica” mientras “la brigada occidental ‘se debe hacer algo’, que expresó una gran preocupación ‘humanitaria’ sobre los combates para liberar Alepo de los terroristas de Al Qaeda y el Frente Al Nusra, permanece callada”.
El periodista británico también subraya que si el avión accidentado el 25 de diciembre cerca de Sochi hubiera transportado a un coro militar de Francia y no de Rusia y una de las principales revistas satíricas rusas se hubiera burlado de la tragedia, los medios occidentales habrían censurado la ‘depravación moral’ y el ‘alma oscura’ del carácter ruso.
Sin embargo, la aeronave siniestrada “transportaba a cantantes rusos” y, como fue la revista Charlie Hebdo —”que cuenta con el apoyo de la élite”— la que “se burló de los muertos”, “nadie en Occidente puso el grito en el cielo”.
¿Y si hubiera sido la OTAN y no el Pacto de Varsovia la que hubiera dejado de existir al final de la guerra fría y Rusia, rompiendo todas sus promesas al presidente norteamericano, hubiera expandido ese bloque hasta las fronteras de EE.UU. y desplegado miles de tropas y decenas de tanques y material bélico en México y Canadá?
“¿Los comentaristas de los periódicos occidentales ‘respetables’ describirían esa operación como una ‘agresión estadounidense’? Creo que no”, responde Clark.
Finalmente, ¿y si Rusia hubiera gastado 5.000 millones de dólares para cambiar el régimen político de Canadá utilizando a neonazis como punta de lanza de las protestas antigubernamentales y ese nuevo y ‘democrático’ país acogiera marchas con antorchas de ultranacionalistas que conmemoraran a las divisiones de las SS?
Neil Clark esperaría “graves condenas y denuncias de los ‘lazos’ de Rusia con la ‘ultraderecha’ pero, como esos acontecimientos “tienen lugar en Ucrania”, la brigada occidental ‘que viene el fascismo’ no muestra el más mínimo interés”.