El Mercedes favorito de Hitler durante la Segunda Guerra Mundial, a subasta
El 18 de julio de 1940, Adolf Hitler (1889-1945) subió a su Mercedes Benz 770K Grosser descapotable, se mantuvo de pie en el lado del copiloto y encabezó el desfile de la victoria de Berlín. Las tropas que le rodeaban habían combatido durante 10 meses en la invasión de Polonia y habían tomado parte de Francia. Alemania no recordaba un desfile militar de tal magnitud desde 1871. El momento histórico quedó recogido en fotografías y grabaciones: Hitler saludando a una población enardecida y, junto él, su coche. El simbólico vehículo, que algunos historiadores citan como el favorito del dictador, será subastado este miércoles en Scottsdale (Arizona, EE UU). La organización Worldwide Auctioneers ha calificado al bólido alemán como “el más importante históricamente que se haya subastado” y ha afirmado que el 10% de la venta irá destina a la fundación Simon Wiesenthal Centre para la educación sobre el Holocausto.
Su vendedor, un millonario ruso anónimo, compró este automóvil en 2009. El comprador que gestionó la venta, Michael Fröhlich, no reveló el precio que tuvo que pagar su cliente, que tras su adquisición lo expuso en un museo ruso de coches para conmemorar el papel del bando soviético en la victoria aliada de la Segunda Guerra Mundial.
El Mercedes de tono oscuro, que también fue utilizado cuando el dictador italiano Benito Mussolini visitó Alemania, fue el auto más caro de su época, solo se fabricaron 88 unidades y estaba totalmente blindado para proteger, en la medida de lo posible, al líder nazi.
Además de recorrer las carreteras controladas por el poder alemán desde 1939 a 1943, el coche hizo un largo periplo desde que los aliados los confiscaron en 1945 tras el fin de la contienda. En 1946 fue encontrado en manos privadas en Bélgica y, tres años después, un comerciante de tabaco lo compró para donarlo a un grupo de veteranos de guerra, que volvieron a usarlo en desfiles militares.
Después de pasar años en un garaje, los coleccionistas Steve Munson and Joe Ogden lo adquirieron por 50.000 dólares e invirtieron otros 50.000 para restaurarlo cuando verificaron que perteneció al dictador. El bólido cambió varias veces y después de pertenecer al agente de casinos Ralph Engelstad, que tuvo que pagar una multa de 1,5 millones de dólares por realizar fiestas de cumpleaños de temática nazi, regresó a Europa, a Rusia.
Con información de El País.